Como persona old school que soy, disparar en ráfaga me hace daño. Cada nueva cámara en el mercado aumenta su capacidad de fotos por segundo y disminuye el requisito aptitudinal del fotógrafo.
Lo entiendo, claro. Es mucho más fácil no pensar, no perderse ni un momento, disparar non stop y luego descartar. Sí obvio, hay situaciones más extremas, supongo que en un tubo de teahupoo esperar el momento perfecto para disparar es jugársela demasiado, pero contadas las personas que realmente están haciendo el uso correcto de esa herramienta.
No se si pensar que me gusta demasiado el riesgo. Pero amo disparar la foto en el momento perfecto (aunque mi cámara haga 20 fotos por segundo). Hace 12 años empecé con fotografía deportiva, en ese momento no estaba tan desarrollada este tipo de tecnología ni tampoco yo podía invertir en el mejor material, por lo que estudiar el deporte en el que iba a trabajar, era esencial. Ese recopilar material, preguntar a los deportistas, hablar con las personas que disfrutan el deporte, aprender sobre la técnica, estudiar lo que ya existe materializado y que se espera de cada caso, era un must, además de ser totalmente enriquecedor y la mejor herramienta para empezar a destacar como fotógrafo en un determinado mundillo. En la fotografía analógica no hay otra opción disponible que esa. Esperar el momento perfecto y disparar. Tal vez por eso no pierde la magia. Este capricho mío, tiene sus beneficios, os prometo. Probarlo! Se aprende muchísimo, además de disfrutar más lo que se está observando y el momento de la elección creativa de disparar. Siento que la foto realmente tiene una parte de tí, no es algo más mecánico, sino el momento que realmente quisiste guardar para la eternidad. Con todo esto, vuelvo a la idea de la simple use. La única forma de obtener un resultado es estar ahi, siendo más asertivo, más consciente y desarrollando esa capacidad de un segundo antes, de saber lo que esta por venir.
Es hermoso, se que soy cabezota pero probarlo y me contais.